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Arquitectos: Gonzalez Moix Arquitectura
- Área: 900 m²
- Año: 2023
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Fotografías:Pablo Casals
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Situadas en las playas de arena gris, de origen volcánico del pueblo de Pupuya en Chile, este conjunto de refugios es una síntesis de aquellos valores culturales adquiridos en mi práctica profesional en el Perú. Proponemos una arquitectura que tenga esa capacidad de sentir, que dialoga con el paisaje y su natural pacífico.
Conscientes del potencial de la arquitectura a proponer, era necesario establecer relaciones profundas con su medio. Las “preexistencias ambientales” son interpretadas haciendo referencia a la arena, su vegetación autóctona, la luz y el mar. El color y textura de la arena, su aridez y silencio costero, nos vinculó inmediatamente con su territorio, la Pachamama. Reivindicando antiguas civilizaciones, Picunches, que habitaron el lugar, nos trasladaron en nuestra memoria como referencia, el centro arqueológico de Cahuachi, ubicado en el desierto, Nazca – Perú, en las costas del Pacífico.
Samay Pupuya, debía viajar en el tiempo, proponer una arquitectura atemporal con fuerte vínculo con su tierra. Excavando casi como arqueólogos, asoma una arquitectura, en clave contemporánea, donde la luz y la masa se convierten en la materia prima constructiva y espacial, realzando estos valores de implantación ancestral. Los ambientes de la vivienda son dimensionados, con luz, materia y geometría, en la escala y “temperatura” adecuada para que sean más que un conjunto de espacios con funciones racionalmente ordenadas.
La organización en planta obedece a la adecuación al medio, y se trasmuta volumétricamente en un conjunto de cuñas materiales que afloran a la superficie para participar del territorio y construir un nuevo paisaje. La cubierta que protege se transforma también en un plano inclinado que acoge naturaleza y vida y que restaura ese pedazo de tierra que se ha tomado para los habitantes de la vivienda.
El patrón en “C” de cada uno de los refugios, ayuda a resguardar el fuego del hogar, urdiendo con muros de hormigón espacios para la intimidad que no pierden de vista el pacífico horizonte y que se nutren del reino de arena que forma parte del espíritu del lugar que se ha puesto como misión proteger y celebrar. Superficies exteriores e interiores dialogan sin perder independencia. La suma de texturas y detalles, potencian la experiencia y el recorrido alrededor de las edificaciones y por cada una de sus estancias.
Resolviendo una planta funcional, coherente, simple para cada una de las familias que las habitan, orientando los ambientes principales con vistas al pacífico y abrazando un patio de acceso, rincón del fuego y de protección de los vientos. El auto y el peso del trajín urbano se estacionan en el ingreso del predio, a partir de ahí se liberan sensaciones, se activan los sentidos y, en una agradable caminata por una pasarela de madera, se va descubriendo el paisaje, el horizonte, los vientos, la vegetación autóctona, hasta ingresar a cada uno de los refugios.
Atrás queda lo cotidiano, la arquitectura enmarca el paisaje y tiene esa capacidad de emocionar. Estas marcas materiales, celebran el paisaje de ese lecho plateado que sirve de marco al mar de Pupuya y proponen una nueva manera de abordar la relación que la arquitectura debe tener con el territorio en el que se inserta y al que representa. Son arquitecturas del paisaje y para el paisaje.